Ilusiones de una cineasta en ciernes. Artículo para CIMA mujeres cineastas.


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ILUSIONES DE UNA CINEASTA EN CIERNES (NADIE DIJO QUE FUERA FÁCIL). POR ANDREA JAURRIETA
Etiquetas: Andrea Jaurrieta, Carmen Maura, Ay Carmela, Ana de dia, Iluso, Angelica Lidell, Los años diran
Sección: Punto de Vista

He trabajado en mi primera película sin descanso desde hace más de dos años. Sin horario. Es decir, todas las horas del día y varias más una vez entrada la noche. No sé por qué quise dedicarme al cine y al espectáculo. Qué tara hubo en mi cabeza desde pequeña -o qué necesidad de emoción- para optar por el camino más difícil. Quizá fue por culpa de la bala que atraviesa a Carmen Maura en el final de "Ay Carmela". En un impulso poético siempre he querido creer que todo empezó allí. Con ese disparo. Un destino inexorable.

Vengo de un pueblo de provincias. Soy nieta de agricultores, hija de profesores de la educación pública. Quizá también por eso, por la necesidad de escape de un lugar tan limitado, traté siempre de volar a través de historias inventadas y personajes creados.

Decía, llevo casi tres años creando sobre papel un mundo que espero traducir a imágenes un día, dentro de poco. Con ese mundo potencial concentrado bajo el título de Ana de día” (y gracias a la confianza que han puesto en mi trabajo algunas personas e instituciones) he recorrido Roma, Barcelona, París, San Sebastián y de nuevo Madrid, luchando sin descanso para lograr llevarlo a buen fin. Y aquí estoy, con 28 años, tratando de detener el tiempo que pasa demasiado rápido y hace que los proyectos se desarrollen demasiado lento; luchando sin descanso para encontrar la financiación necesaria para sacarlo adelante; contando mientras tanto monedas de mis 240 euros mensuales como teacher de niños para llegar a fin de mes; sin seguridad social. Hay que ser muy fuerte para hacer cine en este país. E iluso, como bien rezaba la película de Jonás (Trueba). Quizá por eso nos alegremos tanto con tan poco y nos enfrentemos tan bien -según rachas- a la incertidumbre.

Si todo aquel que desestima el cine español por inercia y justifica la descarga y pirateo de todo tipo de películas supiera la cantidad de trabajo, ilusiones y oficios que hay detrás de cada uno de los planos que conforman esos filmes, las cosas podrían cambiar. Pero cómo hacer valorar esto a una población en lucha por la supervivencia más básica. Este cambio debe venir desde la educación primaria de las nuevas generaciones, desde la apreciación de esta industria por parte de los representantes más altos de la cultura, desde los medios de comunicación. El cine no es sólo comedia y taquillazo. Crea la identidad de un pueblo, cuenta historias, ayuda a la evasión de una rutina poco imaginativa, a la creación de un criterio propio… Es una industria cultural y debe ser apoyada en su diversidad. Y no, a nosotros no nos hace ricos. No nos exige estar politizados para dedicarnos a ello. No vamos vestidos de Prada ni somos los únicos que tenemos subvenciones. Es muy sencillo manipular la opinión de un pueblo al que no se le enseña el lenguaje audiovisual, la fuerza de las imágenes y el poder del montaje. Y es imprescindible darles esa educación ahora que más del 80% de la información llega por ese medio.

Es difícil sacar adelante una película. Sí. Y hay quien dice que ahora es el peor momento del cine. Y más si eres mujer. Pero yo no estoy de acuerdo con nada de esto. No puedo estarlo si pretendo mantener la cordura en este tiempo de espera activa hasta que mi película consiga financiación. Ojalá tuviera el dinero suficiente para hacerla sin depender de tantos factores -¿pero cómo voy a tener dinero si todos mis curriculums al parecer acaban en el agujero negro donde está el 60% de los jóvenes hoy?-. Hay veces que desearía tirar la toalla, pero sé que los comienzos en el oficio del cine son así: trabajo duro a cambio de nada, confianza ciega en tus proyectos, grandes emociones cuando alguien confía en ti (brillantemente mostrado en la película “Ilusión, de Daniel Castro, en el momento en que el guionista-director cree haber encontrado un productor para su película) y periodos de desesperación donde parece que nada vaya a avanzar nunca y sólo te quede dejarlo todo y empezar de cero en otra cosa. En otro país. Como otros tantos.

Hay que ser fuerte, me repito cada día. (“Los fuertes”. Como el subtítulo de aquella obra de teatro de Angélica Lidell que vi al llegar a Madrid…)

No sé cómo decidí estudiar y dedicarme en cuerpo y alma a esto. Quizá fuera simplemente que pertenezco a una generación que siempre se sintió afortunada. Una generación que creció convencida de que iba a poder lograr todos sus sueños si trabajaba duro en ellos -como decía Ana en mi corto “Los años dirán”-. Y lo peor fue que nos lo creímos. Y nos lanzamos de cabeza.

Andrea Jaurrieta / Directora, guionista, actriz (y teacher)
www.andreajaurrieta.com